Xonia regala a nuestros
sentidos pedacitos de sí misma, plasmados con la sencillez y la ternura que
ciertamente le caracteriza.
Ella recrea el balanceo de ese pincel maravilloso que esconde entre sus
dedos y nos hace gozar de un estilo de pintura tan vivo como genial.
La ingenuidad del naif de Xonia tienen la
ingenuidad de nuestras vidas cotidianas. Y quienes los contemplan se sienten
amablemente interpelados. A mí también me gustan estos cuadros. Pero, no acabo
de poder decir con exactitud por qué. Voy a intentarlo ahora una vez más:
examinados en conjunto, son alegres. Producen en el observador que libre de
prejuicios culturales los examina atentamente, una sensación de bienestar. Son
fácilmente comprensibles, son convencionales, son alegres. Están hechos como un
niño los haría, es decir, disfrutando con la combinación de colores y figura,
despreocupándose de la complicada historia de la pintura, despreocupándose de
todo lo que no sea fácilmente expresable y comprensible a simple vista. Tienen,
desde luego, garantizada la universalidad de lo que complace a todo el mundo
sin problemas. Son lo contrario de problemáticos o difíciles. Son tan fáciles
de ver que uno los ve como si los hubiera estado viendo siempre. Esto es un
fenómeno curioso.
Álvaro Pombo
Escritor, académico y político
En esta exposición participa con dos obras: "Ciriego" y "Hipódromo de Bellavista", ambos en acrílico sobre lienzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario